lunes, octubre 22, 2007


PROMESAS DEL ESTE:

Hasta hace un año, más o menos, no empecé a apreciar al director David Cronenberg. Había visionado La Mosca o Crash, pero no supe como reaccionar. Podía comprender que el tipo es un genio pero no alcanzaba a entender sus películas. "Demasiado moderno para mí", llegué a pensar. Alquilé en un videoclub, Una Historia de Violencia, llevado por la curiosidad de ver a Viggo Mortensen en otro registro distinto del Montaraz de los anillos. Me encantó y me descubrió a otro Cronenberg. Quizá menos raro y más popular. Para mi gusto, mejor.

El sábado pude ver de nuevo a este tándem actor-director y disfruté de una muy buena película.

Promesas del este derrocha "violencia de calidad". No hay ni una sola pistola, ni bombas ni artificios. Tampoco abundan los muertos y apenas hay dos o tres secuencias de sangre. Pero en los 99 minutos de proyección me sobrecogió la maldad natural en que se desenvuelven algunos de los personajes. Al mismo tiempo hay ternura, bondad, amabilidad...


La película transcurre en Londres, donde una matrona que no puede salvar a una paciente que ingresa en estado lamentable, intenta localizar a la familia del bebé que tiene poco antes de morir. Para ello se vale de un diario que la llevará a las puertas del mismo infierno, o al menos eso es lo que yo pensé cuando terminó a película. El infierno se llama mafia rusa.

La matrona es interpretada por Naomi Watts y el chófer de la familia rusa por Viggo Mortensen. Ambos bordan el papel. La primera hace ya tiempo que está en mi cuadro de honor y el segundo empuja fuerte y sin duda, si sigue escogiendo las películas, será uno de los grandes de los próximos años. Hago mención especial al jefe de los mafiosos y a su hijo, encarnados por Armin Mueller y Vincent Cassel que redondean de forma maestra el reparto.


En conclusión, una película que no os podéis perder.Grandezas y miserias de la condición humana. Buena historia y buen cine. Pues eso...

jueves, octubre 04, 2007

UN MES...
Este es el tiempo que ha transcurrido desde mi última aparición por esta ventana. No he encontrado muchos momentos para escribir; ni siquiera para encajar la avalancha de acontecimientos que se han deslizado en estos treinta días. Treinta días no es nada. Un mes. De hecho, el tiempo, para muchos habitantes de este planeta no existe. " Magnitud física que permite ordenar la secuencia de sucesos ", dice el RAE. La secuencia de estas últimas 720 horas, cinematográficamente, ha ido desde Qué bello es vivir a Un día de furia, desde una novela de Jane Austen a una de Stendhal, desde Cole Porter a Leonard Cohen... así me he ido sintiendo en estos 43.200 minutos. Exultante y deprimido. Triste y contento. Feliz e infeliz.

Tras estos 2.592.000 segundos, llenos de paradojas y contradicciones, casi puedo palpar la grandeza y miserias de la vida, los pros y los contras. Y tras estos días y noches, sin duda sé que no sé un carajo; que hay que coger la vida por los cojones y exprimirla; que hay gente a la que quiero y que me quiere; que hay gente a lo que no quiero y que no me quiere_ y que además me da igual_; que un segundo basta para decir lo que nunca querrías escuchar; que un segundo basta para mirar a los ojos a María y saber que es extraordinaria. Todo eso sé y no sé.

La vida sigue. Pero no igual. Pues eso...

OTRA ASESINADA

No la recordará el camarero de ese bar en el que tomaba café mientras esperaba que los hijos salieran de las extraescolares. Tampoco el caje...